Una boda en la playa es una de las imágenes más románticas, el final feliz de toda historia de amor pero, en la práctica en España no es como lo habéis imaginado porque en la mayoría de las ocasiones hay impedimentos legales.
Galicia tiene playas, calas, faros, paseos marítimos, miradores y parajes al lado del mar paradisiacos que son “marcos perfectos” para una boda, pero antes de poneros en marcha a imaginaros como podrá ser vuestra boda en la playa, debéis conocer la ley.
Y es que hay una ley que se debe tener en cuenta a la hora hacer una boda en la playa, ya que las playas y costas del litoral, están protegidas por la Ley de Costas, que limita las actividades y usos de las zonas llamadas de dominio público marítimo-terrestre.
¿Qué es la zona de Dominio Público marítimo-terrestre?. Es la zona que comprende la ribera del mar y de las rías, e incluye las playas, dunas, etc. y la zona marítimo-terrestre (zona comprendida entre la línea de bajamar y el límite donde alcanzan las olas en los mayores temporales conocidos, etc.). En esta zona la Ley garantiza el uso libre, público y gratuito para los usos comunes y acordes con la naturaleza del mar y su ribera y establece las condiciones en que pueden desarrollarse otros usos. La Ley de Costas establece, a partir del artículo 32 y posteriores, entre otras cosas, que:
- Las playas no podrán ser de uso privado.
- No podrá limitarse el acceso de los usuarios a cualquiera de las áreas de dominio-público por parte de entidades no autorizadas.
- Estará sujeta a previa autorización administrativa la ocupación del dominio público marítimo-terrestre con instalaciones desmontables o con bienes muebles.
- Estará prohibida la utilización de carteles y vallas en las zonas de dominio público.
Partiendo de esto, si os planteáis llevar a cabo una boda en la playa lo primero que debéis hacer es hablar con el ayuntamiento pertinente, si el espacio que necesitáis acotar es muy concurrido o tiene otra peculiaridad, tendréis que hablar con el servicio de demarcación o autoridad de costas de la provincia para solicitar dicho permiso.
Normalmente, los mismos ayuntamientos os informaran de los trámites a seguir para organizar una boda en la playa. Pero armaros de paciencia, cada ayuntamiento es un mundo y tiene sus propios procesos. En algunos casos, sólo se necesita una semana de antelación, en otros, meses pero también los hay que hacen la vista gorda si la zona solicitada no es concurrida.
Permisos
Pese a los obstáculos legales, los organizadores de bodas consiguen permisos en algunas playas para realizar solamente la ceremonia, que en la mayoría de los casos es simbólica. Para pedir un permiso, se deben entregar a las autoridades de la Demarcación de Costas correspondiente los datos de los contrayentes (DNI o número de pasaporte, en caso de ser extranjeros) y un proyecto en el que se especifique con exactitud cualquier aspecto de lo que se desea realizar: metros cuadrados utilizados, si se montará algún tipo de tarima o carpa, así como la época del año en que se efectuará y el número de invitados, entre otros aspectos.
Recordar que los permisos, el montaje de sillas o carpas, los honorarios del oficiante, etc. implican un coste extra.
Aunque los organizadores profesionales de bodas celebramos ceremonias en las playas españolas, por ley está prohibido realizarlas; sin embargo las demarcaciones de Costas de cada comunidad autónoma son las que dan la última palabra al respecto.
Fechas e invitados
La planificación de una boda playera debe hacerse meses de anticipación, y también es importante determinar con antelación las fechas de la boda y el número previsto de invitados. Generalmente, las bodas en la playa se suelen realizar en mayo, junio, septiembre y octubre, ya que en julio o agosto (fechas en las que más parejas desean hacerlo) las playas están al completo y muchos permisos pueden denegarse.
El número ideal de invitados para este tipo de ceremonia es variable, y lo usual es contar entre 30 y 100 asistentes. No hay un límite de invitados, pero las demarcaciones de Costas sí que establecen un límite de metros cuadrados -sobre unos 25 ó 30, según la amplitud de la playa-, por lo que es aconsejable poner entre 30 y 40 asientos como máximo y que el resto de invitados esté de pie.
Celebrar una boda en la playa puede ser idílico e inolvidable, pero no está de más recordar que siempre pueden surgir problemas, como los cambios climáticos inesperados, la presencia de insectos e incluso de algún que otro «invitado no deseado». En todo caso, imprevistos para los que hay que estar preparado. Hay que ser consciente de que una celebración de estas características tiene aspectos negativos, empezando por la cuestión meteorológica, por lo que siempre conviene disponer de una opción alternativa en caso de que llueva. Otro factor que hay que tener en cuenta es que la playa elegida para celebrar la boda, cuente con algún punto de corriente eléctrica, sobre todo si se va a conectar un equipo de sonido para la música de fondo o el micrófono. Si no hay toma de electricidad en el lugar, tal vez haya que contratar un generador.
Por último, os recomendamos que acudáis al Ayuntamiento (Demarcación de Costas) de la localidad de la playa en cuestión, y preguntéis si conceden permisos o no y en el caso de hacerlo, informaros adecuadamente del coste y las limitaciones que tiene.
Y si las autoridades son permisivas y os permiten hacer una ceremonia simbólica como soñasteis … ¡Enhorabuena!.