Hace algún tiempo, sobre todo desde la llegada de la crisis, vengo observando cierta competencia desleal. Puedo entender que la necesidad agudice el ingenio pero lo que no puedo compartir es que se ofrezcan duros a cuatro pesetas. Quiero denunciarlo aquí para que seáis conscientes de que cuando proponemos una idea a una pareja hay que saber que detrás de esa propuesta hay una gran complejidad y dedicación laboral que, en la mayoría de los casos, no se rentabiliza económicamente, máxime si el cliente no la acepta.
Es conveniente que sepáis que el día a día de una wedding planner consiste, entre otros, en realizar el seguimiento de los planes de boda, lo cual implica y abarca una gran variedad de actividades, a veces muy complejas. Llevar iniciativas, utilizar la imaginación, hacer propuestas, realizar consultas, contactar con proveedores y clientes, y un largo etc. Pero esto no es lo más laborioso de nuestra tarea, sino, más bien, el proporcionar el mejor servicio y que éste llegue a buen término sin que haya ningún contratiempo por ninguna parte el día de la boda. Para ello se hace necesaria e imprescindible una dedicación exclusiva. No es que tenga nada en contra de otras wedding planner que tienen este oficio como segunda actividad o incluso como hobby, pero hay que ser justos, y si pagamos nuestros impuestos y realizamos nuestro trabajo impecablemente contratando como proveedores a los mejores profesionales del sector, creo estar en mi legítimo derecho de pediros que recapacitéis muy seriamente sobre estas cuestiones puesto que está en juego la dignidad y el futuro de este oficio por el bien tanto de los verdaderos profesionales como del perfecto resultado final de vuestra boda.
Hay que valorar el trabajo óptimo del profesional tanto en esta como en otras actividades, porque, de no hacerlo así, todos resultamos perjudicados: las wedinng planner que están empezando, las que llevamos tiempo y, en consecuencia, vosotros.