Llevo organizando bodas 10 años y no fue un camino de rosas. Cuando empecé nadie sabía lo que era esta profesión y he vivido experiencias poco gratas con clientes, proveedores o compañeros que ya estaban en el sector. He asistido a ferias invirtiendo una suma considerable de dinero para realizar un stand diferente y así atraer a las parejas, pero sólo veía como pasaban y decían ¡qué bonito! y seguían adelante.
Estando en una comunidad como Galicia, costaba hacerse respetar, pero cada día tenía más claro que no iba a tirar la toalla. Pensé: “si el cliente no viene a mí porque no conoce lo que es una wedding planner, tengo hacerle ver: lo que es y lo que puedo hacer en su boda”. Y así fue, después de poner en marcha varias fórmulas comenzaron a contratar bodas y paquetes de servicios.
Tuve la suerte que las primeras dos bodas fueron de gran envergadura y por lo tanto un gran reto con muchas horas de trabajo que me aportó un gran conocimiento y una gran satisfacción que así manifestaron los clientes e invitados.
Después, el boca a boca fue la mejor publicidad y a partir de ahí ¡al fin! había levantado vuelo.
A día de hoy y echando la vista atrás me siento muy orgullosa por la trayectoria que he realizado, fijada siempre en una filosofía que es: rodearme de los mejores profesionales para tener los más altos niveles de éxito para mis clientes, sin permitir “prostituir” la profesión, realizando todas las bodas bajo contrato y pagando los impuestos correspondientes.
Colaboro de forma desinteresada en una revista, cuando me llaman de la tv , radio o cuando me solicitan para una charla .Compartir mis experiencias y conocimientos es todo un orgullo que realizó con mucho agrado, al igual que respondo a todas las chicas que llaman o envían e-mails para poner en marcha su propia empresa.
Pero resulta que ahora queda muy “chic” decir que eres wedding planner y como tengas amigas o conocidas casaderas el negocio es un caramelo. Y si esto lo alimentan los que las rodean, pues se crecen y van a por todas, dejando a las que llevamos trabajando con dignidad en un punto que “nos mordemos las uñas”.
Y ha llegado el momento de decir ¡basta ya!.
¡Ojalá! que contra esta epidemia podamos encontrar la vacuna que pare este movimiento de wedding planners “ intrusas” que se comen el mundo nupcial despiadadamente, al igual que se comen las unas a las otras con la única meta de conseguir un mayor número de visitas en su blog o más “Me gusta” en su Facebook, por ejemplo, al tiempo que engañan a las parejas ofreciendo servicios a bajo coste o vendiendo humo a costa de las ilusiones de esos novios.
Ánimo a todas las verdaderas wedding planners, con un APLAUSO en mayúsculas por el extraordinario trabajo que hacéis organizando, planificando y supervisando las bodas , y un BUFFFF a todas las falsas wedding planners que se creen que es una profesión de quita y pon porque les dicen que tienen un gusto extraordinario. Y en menos de nada, por arte de magia se convierten en floristas, decoradoras, peluqueras, fotógrafas…sin tener ni la decencia de consultar con los verdaderos profesionales que se dedican a ello. No me extrañaría nada que siguiendo la moda actual de los chefs , eligieran los menús de las bodas o hicieran tartas o galletitas.
Una cosa es tener conocimientos de los servicios que ofrecemos ¡como debe ser! para aconsejar y dirigir a los clientes hacia lo que buscan para su boda y otra cosa es realizar dichos servicios .
También he de decir que está en manos de los establecimientos, que no deseen desvirtuar su local, el no permitir FALSOS profesionales. Porque esto, al igual que nos ocurre a nosotros, les pasa a todos los que trabajan en el mundo nupcial.
Marilé Fernández