Dicen que de una boda sale otra boda, y cuando una es partícipe de ambas, como ha sido este caso que os narro, es una gran satisfacción para mí como organizadora de bodas. La boda de Mariló y Enrique y la de Pili y Arturo.
Mariló y Enrique se casaron el pasado año. Son un pareja de las que te queda “muy buen recuerdo” por su cercanía y porque después de la boda me siguieron contando “cositas”. La puesta en escena de su boda, en la que todo estaba muy cuidado, facilitó la organización. Recuerdo que Mariló, por bendito defecto profesional, me enseñó algún truco que luego utilicé para otras bodas.
Ellos recomendaron mis servicios a Pili y Arturo, amigos suyos. Cuando tuve la primera entrevista con ellos vi que se repetía el mismo patrón de pareja encantadora. La boda de Arturo y Pili fue en otro marco y tenía otro concepto pero eso es lo de menos ahora pues todo quedó perfecto.
Pili y Arturo se casaron ayer y el buen tiempo y las margaritas que los adornaron fueron testigos de una celebración en la que el amor firmaba su compromiso ante ambos en compañía de sus invitados.
La ceremonia -que oficié asistida por una compañera de mi equipo, que organizó el protocolo- transcurrió como estaba previsto tanto en el contenido como en los tiempos. Fue muy emotiva y los invitados parecían tan involucrados en la misma que me dio pie a hacerles algunos guiños improvisados a los novios, que subrayaron el éxito del acto.
Se sirvió el aperitivo en los jardines mientras los novios realizaban las fotos por el entorno del pazo. Un ambiente distendido y una buena cena culminaron esta boda de ensueño. Incluso –como no podía ser de otra manera- Mariló y Enrique y otros amigos le tenían preparada una bonita sorpresa para el momento del baile que cautivó a todos los asistentes.
Foto:Mariló y Enrique el día de su boda