Un italiano conquistó a una lucense y este fin de semana decidieron darse el “Si, quiero” entre tradiciones italianas y gallegas.
Después de 8 meses de preparativos llegaron a Galicia con una semana por el medio entre una y la otra llegada. M. – el novio- aterrizó en Santiago el día 6 con un séquito de familiares y de amigos que alojamos en el Pazo de Orban en pleno centro de Lugo, donde también yo me hospedé desde el jueves noche hasta hoy.
Entre comidas y cenas pasaron los días, cuando llegué con los antecedentes que ya me había contado la novia, le “obligué” a M. a probarse el chaqué y ¡sorpresa! el pantalón le quedaba apretado y para rematarlo estaba algo arrugado. El viernes por la mañana puse en funcionamiento el plan B y como siempre hay un “angelo”, como decía M., por la tarde, a las 20:30h, estaba solucionado…¡Bufff! .
El sábado por la tarde estábamos todos arreglados a punto de salir del pazo hacía la Catedral y me llama una de las azafatas que estaban ya allí para colocar los libretos y preparar el protocolo, y me comenta que la boda anterior se había retrasado y aún estaban saliendo. Durante 15 minutos el móvil echaba humo mientras solucionaba este contratiempo.
¡Por fin! con media hora de retraso comenzamos con la celebración y luego nos dirigimos a la casa de la abuela de la novia a celebrar el banquete.
Situamos una carpa preciosa en un campo colindante a la casa. Era un lugar ideal que nos dio mucho juego al integrar un pozo típico gallego que utilizamos como pozo de los deseos y las paredes que quedaban de una pequeña casita de piedra. Todo ello formó una decoración espectacular con muchísimas velas que pusimos por los muros.
Los italianos, al igual que los gallegos, son de buen comer y desde el pulpo hasta al cordero asado todos dieron buena cuenta de lo que se sirvió durante 5 horas.
En esta boda hubo muchas cosas a destacar:
– El vestido de la novia y los zapatos
– El lugar del banquete
– El brindis de los novios: Como el padre del novio era de Sicilia se incorporó una tradición típica de allí. Los novios una vez realizado el brindis rompieron las copas y cada fragmento simbolizaba los años de felicidad que van a tener, por lo que había en el suelo la felicidad será eterna
– Durante el baile nupcial bailaron dos piezas : la tarantela y la muiñeira
– La tarta, o “no tarta”, era una máscara veneciana de pasta fondant que hizo la abuela con esmero.
– Para el photocall se utilizó únicamente la dulce máscara
– Unos servilleteros ideales que compré ya hace unos meses en Zara Home fue el regalo para los invitados
– El karaoke
En definitiva, muy buen ambiente, música que realmente acompañaba, celebración maravillosa, muchas risas y buena comida .Es necesario decir que ha sido una boda muy llamativa.