He seguido todas las bodas reales como experta en bodas y la del Principe Alberto de Mónaco no iba a ser menos aunque tengo que confesar que no ha suscitado en mi gran interés, debe ser que su puesta en escena no se revela como muy importante.
La mayor atracción de esta boda la constituye sin lugar a dudas la selecta lista de invitados para los dos días de festejos y no la novia como en todas las bodas, pues la excesiva discreción de Charlene hace disparar las miradas hacia los invitados.
No obstante hay que esperar para ver la gran atracción de una boda: el vestido de novia. Para esta ocasión Giorgo Armani ha diseñado dos vestidos uno para la ceremonia civil y otro para la religiosa, fijo que el diseñador acertará como siempre y sabrá darle el toque de princesa que precisa.
Estoy segurísima que Armani novias va recuperar a la verdadera princesa: elegante y femenina.