Cuando organizas tu boda, parte de tu esencia y personalidad quedan impregnadas en los detalles. Las bodas cada vez son más personales y originales, porque algunas parejas rehúsan seguir la corriente y aferrarse a lo de siempre.
Fíjate que se está imponiendo la tendencia de ofrecer un menú de comidas completamente distinto al tradicional, con opciones divertidas que cambian por completo la onda de la fiesta como son las tapas.
Las famosas tapas españolas -esos bocadillos irresistibles que se preparan con una enorme variedad de ingredientes- llegaron a la mesa de las bodas para quedarse.
Con estos míticos platos, muy similares a los expuestos en los buffets, podemos servirnos nosotros mismos, y probar tantos bocados como variedades existan; pueden formar parte de la recepción o podemos presentarlos como pequeños canapés para darle un toque más chic. Los platos típicos de vuestra zona se pueden exponer en forma de tapas y éstas, presentándolas de distintas maneras, colocándolas estratégicamente sobre las mesas, y compartidas -de cinco a ocho invitados, dependiendo de los platos- darán a la ceremonia un toque más familiar.
Un ventaja de las tapas es su gran diversidad: hay para todos los gustos; elaboradas con pescados, carnes, aceitunas, tomates, quesos, panes, tortillas, salsas; con una buena selección podrás conformar el gusto de cada uno.
Incluso puedes ahorrar en personal y en vajilla, porque la idea es: “sírvete tú mismo”, y no hace falta realizar cambios de platos ni cubiertos.
Si eliges esta opción, cambias mucho el “paisaje social” de tu fiesta. Cuando ofreces un menú compuesto de entradas, platos calientes y postres, de alguna manera, los invitados quedan atornillados a su asiento la mayor parte del tiempo.
En cambio, las tapas pueden ser disfrutadas también de pie; eso te permite circular por todos lados, sentarte en todas las mesas y conversar con todos… Y salir a bailar ya mismo, ¡sin excusas!