Cuando se pusieron en contacto conmigo S. y A. tenían muy claro lo que querían, pero lo que no sabían era cómo organizarlo, en dónde y cómo comenzar.
Su prioridad era preparar una celebración intima con la familia y luego una fiesta con los amigos no lejos de la ciudad.
Partiendo de sus peticiones llegamos después de entrevistas y también e-mails de ida y vuelta a la elección de las localizaciones que se adecuaban a sus expectativas .Otras soluciones las mantuvimos en secreto A. y yo, ya sabéis el vestido y todas esas cosas que atañen a toda novia.
Llegó el día con la ceremonia civil y la comida familiar que fue en el Pazo de Vilaboa en la que no faltaron muchísimos toques de humor, pues aquí A. tomo partido activamente con su espontaneidad.
También se ocupó personalmente de los detalles que preparó para cada uno de los miembros de la familia, mientras S. se emocionaba con ellos pues estaba especialmente sensible, es que A. estaba “para comérselo”, un ángel de hombre. Y ahí los dejamos degustando de la buena cocina del pazo hasta la tarde.
Después se fueron a descansar un rato hasta la noche, esperando la ansiada fiesta en el Bitácora.
En uno de los reservados del Bitácora de Santa Cristina que habilitan para este tipo de celebraciones -exquisitamente decorado- se encontraron con los amigos. Entre abrazos y risas degustaron de unos pinchos de lujo acompañados de buenas bebidas y la mejor música…
No los llamé porque sé que la noche ha sido larga pero me dijeron que se lo pasaron fenomenal NO, lo siguiente.
Objetivo cumplido.